Teresita Fajardo
Detrás de los muros
Almas de sueños enjaulados
rosas de tallos desgajados
sangre que duele como espinas
buscando lunas nuevas
en plena oscuridad
guardan sus pétalos latentes
esperando el abrazo de la libertad.
Pronto cortarán tus cadenas
y todos los cerrojos ante ti se abrirán
y así después de tanta espera
tus alas sin barreras al viento volarán
Él está desnudo, perdido, marchito
Ella llega a rescatarlo con esa tibieza ancestral que la define.
Lentamente y en un murmullo cálido va quitando su velo ceniciento. Le susurra antiguos perfumes y colores.
Ya eufórica, trepa por las ramas dormidas incitando a la pasión del despertar. Sube lenta por el tallo oscuro, alcanza las ramas altas y desteñidas, las acaricia, las abraza, las recorre, las sacude con pasión, va ganándose por cada recoveco somnoliento, y poco a poco todo va despertando. Las desnudas ramas al principio inhibidas van abriéndose temblorosas, luego, ya jadeantes y entrelazadas en esa llamarada de pasión inesperada invocan al sol.
En cada grito de las nervaduras tiemblan los cuerpos desde la raíz y una vez más la vida despierta y va abriéndose camino en espasmódicos verdores que ahora, en el éxtasis, llegan al cielo, rozan las nubes y sin darse cuenta brotan sudores de sangre verde y eterna.
Nunca hubo nada entre nosotros
ni un leve roce en nuestras manos
ni el atisbo prohibido de algún beso
pero mi corazón golpeaba fuerte al verte
en el altar adolescente de mi pecho
No hubo nunca nada entre nosotros
ni un juramento, ni una promesa,
pero yo te esperaba cada tarde
entre suspiros de romances intangibles
desde las páginas de mis fotonovelas.
Nací en Minas, pero viví toda mi primera infancia en el campo, cerca de Estación Andreoni donde fui a la escuela número 22.
Después mis padres y yo nos fuimos a vivir a Pueblo Montes, Canelones y ahí conocí la escuela número 67. Me casé muy joven y volví a la vida rural, hasta que, en 1985, ya con nuestros dos hijos, nos fuimos a vivir a Gregorio Aznárez, un pueblo hermoso y tranquilo en el departamento de Maldonado. Allí nuestros niños empezaron su educación formal. Y allí, por primera vez me llegó la inspiración o la necesidad que sentía de contar las buenas cosas que en lo personal me estaban sucediendo.
Es justo decir que las Hermanas andaluzas que dirigían el Colegio del pueblo siempre apoyaron mis inquietudes literarias por así decirlo, y tuve también el apoyo incondicional del señor Alfredo Hernández
conocido escritor y cronista, quien me proa partir de ese tiempo participé en unos cuantos talleres literarios que me hicieron despertar a un mundo poco conocido para mí, y que adoré. En 2002 llegamos a la ciudad de Maldonado para establecernos definitivamente. En 2013 me animé a vencer en algo mi timidez inicial y apoyada por mi familia y algunos amigos publiqué Niña mía, que resultó ser una autobiografía en prosa y versos. En 2013 publiqué un poemario llamado Mis mareas. Por ahora vago entre prosa y poesía, me gusta mucho la prosa, los cuentos cortos. Con uno de ellos titulado Resurrección, recibí una mención en el certamen Cuentos de mi pueblo, que organizara en 2019 el municipio de San Carlos conjuntamente con el Club Unión de la misma ciudad. Agradezco profundamente al queridos Profesor, Periodista y Poeta Alberto Vaccaro por ofrecernos este innovador espacio para mostrar nuestros sentimientos convertidos en letras. ¡Gracias!!
Mírame bien querido espejo
que yo te miro a vos y me sorprendo
al descubrir que tú y yo somos los mismos
unidos siempre por el reloj del tiempo
y por eso es que tengo la certeza
de que los dos el mismo día moriremos.
Trazos
Dibujo torpemente mi retrato
con el color de mis recuerdos gratos
los azul-prestado de la flor de cardo
y el rosa viejo de mi antiguo espejo.
Habita en un rincón del alma mía
las hojas del libro de mi vida
las páginas en blanco todavía
que imprimiré con penas y alegrías.
Siempre me encontrarás en mis cuadernos
en alguna esquina del invierno
o a la sombra del árbol que plantamos
con alegría y con nuestras propias manos
Bajo este cielo azul y en tu presencia
te dejaré mis versos como herencia.
Utopía
A dónde van los pájaros perdidos
cuando se acerca amenazante el temporal
desorientados y lejos de sus nidos
hallarán abrigo en mi cárcel de cristal?
A dónde van corderos inocentes
cuando estalla el trueno y la tierra es fuego
quisiera ser refugio de sus almas
tibio portal que calme nuestros miedos.
En dónde están los ancianos despojados
de las veredas que muerde el invierno?
quiero tenderles mis brazos indefensos
y en la tibieza de mis mantas de lana
con mi voz gastada contarles un cuento
Y si Dios y la magia me acompañan
podré devolverles la ternura
que de niños algún día tuvieron.