Lo sustantivo

Luna menguante y noche oscura… Pero no sacaré el telescopio para ver a Júpiter y Saturno con mis alumnos.

El Liceo que inauguré sigue donde está, pero fui separado de él por la lógica de los años.

Ya sé que lo mismo pasó a muchos otros, y ya no están Teresita Surroca, González Mederos Noldi Batista, Irigoyen, Walter Torres, Cecilia, Adán, Doris, Sonia… Ya no está Maribel.

Jesús Suárez, Eduardo Ornella, Robert Gianola, Enrique Marrero, el Maestro Hugo Torres, Palmira Delgado, Betty Gutiérrez, Selva Parga, Lourdes Ontaneda, Isabel Rodríguez Lima, y tantos otros.

Llevó mucho tiempo conseguir un telescopio, y otro más potente, y un salón de Astronomía, y un camino de miradas en las estrellas…

Hubo citas con eclipses, con cometas, con momentos especiales de la Luna y los planetas… pero lo importante no era el puerto, sino los veleros blancos que se preparaban para navegar la vida.

Los extraño a ellos, a esa misión elegida, a ese templo que tanto amé…

Y aunque puedo, solo, en mi casa, disfrutar a placer de los astros, con mi propio telescopio, y lo hago de vez en cuando, la observación tiene el sabor vacío de no poder compartirlo, no ver aquellos rostros iluminados por la sorpresa, y el lente se vuelve, no sé si desabrido o carente del más noble sentido.

Alberto Vaccaro, 29 de julio de 2021

Noticias del Municipio de Pan de Azúcar

FIGM financiará los miradores de Nueva Carrara

La coordinadora del Área Descentralización y Cohesión Social de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto (OPP) de Presidencia de la República María De Lima, avanzó con el Municipio de Pan de Azúcar sobre el destino de la asistencia del Fondo de Incentivo a la Gestión Municipal (FIGM) asignado a ese gobierno local.

Pan de Azúcar escogió encauzar su partida para la construcción de los «Miradores» de Canteras de Nueva Carrara.

Previamente De Lima se reunió con el intendente de Maldonado, Enrique Antía ante los 19 proyectos presentados por los ocho municipios del departamento en sus Planes Operativos Anuales (POA), que se financiarán con $27.032.239 provenientes del FIGM.

Impulso

De esta manera se concreta una idea promovida por la Intendencia de Maldonado con apoyo del gobierno local, para ordenar y potenciar el incipiente interés que llevaba a muchos uruguayos al predio de la Compañía Nacional de Cementos (CNC) en la zona de Nueva Carrara  a 13,5  kms. al Oeste de la ciudad de Pan de Azúcar.

El acceso sin ordenamiento al área encierra peligro para las personas debido a que se ejecutan detonaciones controladas en espacio no pensado para visitas.

De esta manera se abre paso la firma de un comodato entre la Intendencia de Maldonado y CNC para el uso por determinado espacio de tiempo del predio, que además de los «miradores» propiamente dichos incluirá caminería y la posibilidad que emprendedores locales pueden ofrecer sus productos.

El poblado que creció allí lo hizo a influjo de las canteras que en su momento fueron un polo de trabajo.El yacimiento de caliza de Nueva Carrara y su explotación se remonta al año 1847, cuando la Calera de la Aguada se proveía de Cantera Burgueño (Nueva Carrara)  de la materia prima necesaria para sus hornos.  En 1859 fueron talladas en mármoles extraídos de ella, columnas de una pieza destinadas a la fachada del Banco de Londres & Río de la Plata, de Montevideo. En 1900, la Compañía de Materiales de Construcción que adquirió la Cantera Burgueño, se convirtió en uno de los principales proveedores del país de calizas y mármoles con exportación a Argentina, para en 1908 lograr la adjudicación del suministro para la obra del Palacio Legislativo.

Hasta 1925, cuando terminó la construcción del edificio, la cantera brindó  trabajo a más de 1000 operarios.

En 1937 la Compañía de Materiales de Construcción vendió el yacimiento a la Compañía Nacional de Cementos S.A., bajo cuya gestión continuó hasta el presente. 

Liceo Verde

Expusieron sobre «Liceo Verde Pan de Azúcar»

El Municipio de Punta Del Este a través de su Comisión de Medio Ambiente propuso vía Zoom la charla sobre el proyecto «Liceo Verde Pan de Azúcar».

La propuesta apunta a una comunidad sustentable y amigable con el medio ambiente, en base a la clasificación de residuos y la reutilización. Además  promueve la plantación y el cultivo agroecológico.En la exposición de esta tarde, por el proyecto, tomaron parte Pamela Pérez, Eduar Romero y Geraldine Reyes. Los estudiantes del Liceo «Álvaro Figueredo» de Pan de Azúcar (Plan 2012 Turno «Nocturno») fueron uno de los dos representantes de Uruguay en el  Concurso Internacional de Innovación Social «Youth Challenge» impulsado por UNICEF.  Volvieron a destacarse con su proyecto «Juntando Yerba» que alcanzó recientemente este año una mención del Premio Nacional de Ambiente de Uruguay.

paisajes superpuestos

Difícil caminar por las calles de mi pueblo, sin golpearse contra las ausencias marcadas en mi paisaje.

Difícil recorrer el caserío con la memoria, y andar por las veredas, sin caer en los pozos que surgen entre los tiempos.

Además, desde mi infancia hasta hoy, un hojaldre de años intermedios vio crecer, transformar y destruirse sueños, emprendimientos, propuestas… Que cayeron como hojas caducas del otoño.

Entonces, busco en la esquina el Restaurante de Ruben Serrón, paso por la Carnicería del Clota, o si quieres la de Humberto Núñez, Baldo saliendo de su casa en su Toyota Hilux, Leoncio, o por un tiempo el local del BPS, o el supermercado de Alcorta. Doy vuelta a la plaza y paso por el Bar la Cueva, la florería que en una época tuvieron Ana y Leticia, la vieja casa de Vicente Rodríguez, donde conocí a Santiago y a Rosario. El local de remates de Pimienta, antes el comercio de Parodi, la barraca de Cantera Adrados, la tienda Super Markets, en la esquina la Farmacia Olaza, el supermercado de TUVI, Tienda Villalba, El Banco de Seguros, Casa Alberto, en frente el Apagón Silva y el Sólvox Radio, la tienda Tuvi, Ciro Quijano, la mueblería de Montes de Oca y antes de Surroca, por un tiempo agencia de Microtur. La Central telefónica a clavijas, La tienda Bella, el Bar Avenida, la ONDA, el almacén de Eguren, la papelería de Amengual, la farmacia de Menafra y después del Boca Llanes, las fotos de Tito Fernández Chávez,  el minimercado de Molina, la peluquería del “Fígaro Sosa”, la empresa del flaco Villalba Echenique, Becco, El Portugués, La Valenciana, el Banco Pan de Azúcar,  la tienda de Washington Quintela, el Bar El Chelo, la Fábrica de Pastas, la relojería y joyería de Velázquez, el Correo, la Carnicería de Tejera, la Farmacia Juan Carlos, la Carnicería de los Barbachán, el comercio de Hugo Díaz, el Bar de Robertito Blois, Antonio Martínez con sus fotos y la boutique de Aurora, la pandería La Balear,  Freire, Tuvi, la contaduría de Alcorta, el bazar de Baliñas, Joyería Gamma, el consultorio odontológico de Silvina y antes de su madre, el viejo Liceo en calle Ituzaingó, la casa de fotos de Figuera.

Y sigo por Ituzaingó, paso por la gomería Pemar y el salón de Moyano, después Naelmi y Celymar,  Raúl González en la relojería, la Escuela Maternal, el Escribano Romero, la Dra. Norma Sierra, antes la casa de Edard Bonilla, el Nené Hernández, Zacarías, Rosita, el Colegio San José, Demóstenes Pucheta, Trujillo, la casa materna de Domingo, Barbarita, Perdomo, y llegué de nuevo a la casa de Baldo.

También suelo pasar por el viejo telégrafo, la vieja ONDA en Rincón y Olivera, el Nene Barbachán, el comercio de Alonso y después allí la DGI, la zapería de Rocha, la barraca de Varón Cuadrado, la casa de Piegas, el Hotel de Núñez, la repuestería de Razquín, el Parador de Velázquez, la Ford (en la ANCAP),

El Almacén de Seippa, la herrería de Susías, la bicicletería de Melo, las panaderías de Abbadie y de Bonet, la verdulería de “La Escoba” de León en la esquina de Artigas y Rivera, la Carnicería de Suárez, ¡y cuántos más!

Cerca de mi casa el Dr. Accinelli, Falla, Mansilla y Morris y en otro tiempo el BPS, la Barraca de Bonilla, las agencias de ómnibus que habían copado la calle principal de la Ciudad.

En las capas intermedias de la historia, estuvieron Griman, Centro Eléctrico, Cabral y alguno más.

Camino por las veredas de las calles conocidas, del área que más recorrí en mi infancia y en los tiempos sucesivos, las mutaciones son permanentes y las ausencias, lo aseguro, dolorosas.

Y ni te cuento si hablo de personas… De amigos y personajes emblemáticos, de comerciantes que dejaron su propia historia.

Noticia del Municipio de Pan de Azúcar

Autoridades de la IDM y alcalde de Pan de Azúcar acompañaron a Cardoso en su visita a la Zona Oeste de Maldonado
En la oportunidad, recorrieron la Chacra “La Anyta” con su propuesta de producción de aceite, visitas guiadas y alojamiento, además de Nueva Carrara, Pozos Azules y el Parador Las Ánimas que se destaca por la oferta de su restaurante y los paseos guiados que se pueden disfrutar a pie, en bicicleta o mediante cabalgatas.

En ese marco, el alcalde de Pan de Azúcar, Alejandro Echavarría, ofició de anfitrión de este encuentro que contó con la presencia del ministro de Turismo, Germán Cardoso, el director general de Turismo de la Intendencia de Maldonado, Martín Laventure, y la subdirectora de esa Área, Melina Bentancur, entre otros integrantes de los equipos técnicos.

Echaverría resaltó la importancia de que se ponga “foco” esa zona porque “nosotros pretendemos ser parte del turismo e integrarnos a los circuitos”. Todos estos lugares «son dignos de destacar y apoyar para que sean un atractivo del departamento de Maldonado”.

En esa línea, “nosotros apuntamos a ser otro foco turístico fundamentalmente de todo el año y estamos preparando para esta temporada varios proyectos dentro de la zona de Nueva Carrara y la ciudad de Pan de Azúcar».

Por otra parte, Laventure indicó que el Municipio de Pan de Azúcar “está tratando de insertarse en el circuito turístico y complementar lo que nosotros ya teníamos previsto”. Destacó que “cuando va creciendo la producción, también va creciendo la oferta turística como es el caso del olivo, los viñedos, la miel y todo lo que tiene que ver con insumos o productos que ayudan a consolidarnos como destino gastronómico”.

Cardoso subrayó “las bellezas naturales” que tiene el departamento de Maldonado, particularmente Pan de Azúcar con sus “interesantísimas reservas y riquezas que de pronto pasan desapercibidas porque cuando uno imagina el concepto de desarrollo turístico en la Zona Oeste, obviamente primero pensamos en Piriápolis con sus balnearios y su zona de influencia pero también hay un circuito serrano de emprendimientos agro-turísitcos, eco turismo y turismo de campo para disfrutar”.

El ministro hizo hincapié en los olivares y las almaceras, al tiempo que destacó el potencial de Nueva Carrara y el parador ubicado en la Sierra de las Ánimas “que estamos decididamente a estimular porque le agregan valor a la oferta del destino y fundamentalmente generan desarrollo y estabilidad para promover el turismo durante los doce meses del año ya que no dependen estrictamente del producto Sol y Playa”.

Las autoridades destacaron que quedó pendiente visitar otros emprendimientos como Chacra La Pampa, La Casa de la abuela y Los Helados de Angelito que “seguramente serán visitados antes de la próxima temporada”.

Por último, Cardoso indicó que la visita “forma parte de los procesos de reconversión del turismo en los diferentes puntos geográficos del Uruguay”, mientras que la zona del Municipio de Pan de Azúcar «es el fiel reflejo de que hay un cambio en la matriz”.

Predicciones

Se puede tener recuerdos de momentos vividos, de objetos, canciones, charlas. Pero tengo también recuerdos de pensamientos, de mis dudas, de mis preocupaciones.

Uno de los ejemplos sucedió una tarde, sentado en un banco en la Plaza de Armas del Liceo Militar General Artigas, en Montevideo, allá por 1974.

Era un momento de soledad y me puse a pensar cómo sería la vida por el año 2000. Yo tenía 15 años y faltaban 26 años, toda una eternidad desde la perspectiva de un adolescente.

Yo había elegido la carrera militar e ingresé al Liceo General Artigas en 1973, cuando estaba todavía en Avenida Garibaldi con fondos a Boulevard Artigas. A mediados de aquel año se produjo el golpe de estado.

Había transcurrido un año desde la ruptura democrática, y trataba yo de entender las nuevas coordenadas del contexto. No era fácil a los 15 años. Eso me generaba gran incertidumbre. Ya no era lindo salir uniformado a la calle y recibir miradas de odio de algunas personas, o algunos intentos de agresión física, y frecuentemente insultos. ¡Tenía 15 años, y sólo perseguía un sueño forjado en otras circunstancias!

Estaba sentado en aquel banco de la Plaza de Armas, y tratando de imaginar las respuestas a mis preguntas. ¿Cómo me recibirá el año 2000? ¿Cuál será mi profesión, mi trabajo? ¿Cómo estará formada mi familia? ¿Cómo serán los edificios? ¿Serán los autos voladores? Y muchas preguntas más. Imaginaba con la influencia de los “Supersónicos” y mi propia fantasía.

El año dos mil llegó. Todo llega. Llegó y me encontró en un camino distinto, descubierta ya mi vocación docente y de comunicación. Pero ese mundo en el que me vi, no era tan distinto de aquel 1974 como suponía, por lo menos en los aspectos en los que había centrado mis proyecciones: las vestimentas siguen ciclos de moda, los automóviles avanzaron tecnológicamente pero ya la gente no los prefería tan potentes, sino más economizadores de combustible.

Los grandes cambios habían sucedido, o, mejor dicho, estaban en pleno proceso acelerado, pero en rubros en los que yo no había reparado.

Especialmente las comunicaciones, la televisión, los teléfonos, el fax, Internet, y con Internet el correo electrónico, los diarios digitales, los mensajes de texto, los celulares con cámara, y las computadoras… La única referencia de computadora que tenía era la de Batman en la Baticueva.

El siglo 21 es el siglo de las comunicaciones. Las noticias llegan por las redes sociales a todo el mundo y al instante, eventos en vivo pueden verse desde lugares antípodas, y las computadoras son cada vez más pequeñas y más potentes.

En 1977 ingresé a la Facultad de Ingeniería y la computadora era una IBM grande como una habitación, funcionaba a válvulas y trabajaba con un solo programa a la vez, que se cargaba en tarjetas perforadas. Yo aprendí computación en esos parámetros. Hoy mi celular tiene miles de veces más capacidad que aquella computadora, pero hasta el auto tiene computadora y me basta preguntarle por la fecha en que nació Artigas, y me responde correctamente.

¿Quién hubiera imaginado semejante tecnología? ¿Quién podrá imaginar la tecnología que nos espera en pocos años? ¿Qué electrodomésticos inventarán? ¿Qué nuevas formas de comunicarnos? ¿Qué objetos que hoy ni siquiera están pensados, llevaremos en el bolsillo?

Un quinielero con estilo (de esos personajes que quedan pocos en el pueblo)

Heriberto Núñez está sentado en el escaloncito de una puerta, con su computadora de la agencia de quinielas en una mano, y un refuerzo de fiambre en la otra. Cuando me ve, me grita: “¿Vas a comprar la Radio?”

Es la invitación habitual para que me acerque y juegue una tómbola o un “5 de Oro”.

“Si tiene uno que salga, juego, porque no hemos andado muy bien desde hace un tiempo” –le digo- y Heriberto, ya preparando la maquinita de la suerte (no dije buena) me recuerda que si sale el 5 de Oro podré comprar la Radio. Le canto los números, y mientras imprime la tirita y me da el cambio, me cuenta algo de actualidad: “¿viste el tipo aquel, que le robó a Fulano?” “está brava la cosa…”

Yo lo recuerdo a Heriberto Núñez desde cuando vendía diarios, y salía de lo de Falvo (¿O todavía era Amengual?) cargado con muchos kilogramos de papel. Él tenía sus clientes, pero, además, se conocía los números de las chapas matrícula de todos los autos del pueblo. “¿Le vas a jugar al 328? Te decía. Esas eran las últimas tres cifras de la chapa de tu auto, pero ni te acordabas. ¡Qué memoria prodigiosa!

Recuerdo que, si algún día se enojaba contigo, te retiraba el saludo por un tiempo. Conmigo nunca se enojó hasta ese punto, y he tenido la suerte de charlar con él muy seguido. Siempre le prometo que, si sale ganadora mi jugada, lo voy a buscar, compro la Radio, y lo pongo de gerente… Entonces reímos unos segundos y me voy, porque ya le está haciendo una tómbola a otro cliente.

Alberto Vaccaro, 13 de julio de 2021

amor de niños

El niño estaba enamorado de una de sus compañeras de clase. Era un amor puro y ella no debía saberlo. Él la miraba, soñaba con ella, con darle la mano, con compartir el tiempo y el espacio sin otros pensamientos. Luego, en las hojas sueltas de su cuaderno, le escribía poemas. Nada más. Nada para confesar ni declarar, ninguna intención de pasar a un estado diferente de situación. Sólo le escribía cosas que nunca le diría. Ellos eran amigos, conversaban del estudio, y los versos del cuaderno eran casi de un mundo paralelo, de esas sensaciones nuevas que ni siquiera comprendía, de lo que le hacían sentir sus ojos, de cuánto le gustaba su compañía. Palabras que debían estar ocultas, para que el mundo de la clase siguiera su camino, y aquella amistad de niños se mantuviera impoluta.

Era un amor puro y perfectamente soportable, lejos de otras perspectivas.

Pero en un recreo, uno de esos compañeros bromistas, y entrometido, tomó sin permiso la hoja con una poesía, dedicada, y escrita con letra prolija… y se la llevó a la niña.

En el patio, hubo un revuelo de voces y murmullos, un hueco en la multitud en el que ella, con el papel en la mano, lo miraba seria. Él se sintió aturdido, nunca hubiera esperado esa traición, ese momento… y con las mejillas de fuego se acercó a escuchar sus palabras: “somos aún muy chicos, quizás más adelante”.

El protagonista de la historia, que no pudo pronunciar una palabra, que no había hecho ninguna propuesta ni invitación, quedó paralizado en el cerco humano, y con el rubor exagerado que le quemaba, callado, se fue a su salón. Fue como si un sueño de cristal se rompiera en mil pedazos… Para siempre.

Te escribo a tí

Te escribo a ti, que me miras con ojos grandes de fuego, mientras exhibes tu cabello largo, y negro.

A ti, que llevas un vestido azul hasta el al tobillo, y lentejuelas, que la noche confunde con estrellas… La silueta marcada por la tela, y la sonrisa fatal que me enamora.

A ti, que bailas sola sobre la espuma de las olas, te paras frente a mí, brazos abiertos… y entre secretos, te esfumas del paisaje de mis letras.

Te escribo a ti, que me recitas versos nuevos al oído, con voz sensual, aliento tibio y humedad en las pupilas…

…Pentagrama de un himno, que te vas apagando en el silencio de la noche, mientras escribo.

A ti, que apareces como un sueño, y me dejas, como un beso en la mejilla, la rima del mar sobre la orilla, la voz del viento, el rayo de plata de la Luna en el poniente.

Dama sin nombre, que te pareces a algún recuerdo recurrente, a alguna ilusión de amor, o una bonita fantasía de un tiempo que pasó.

reflejos de soledad

Estoy en el extremo oriental de una playa, sentado en una roca, con el susurro de las olas para llenar el silencio. Ha llegado la noche y las estrellas marcan puentes de luz desde lo desconocido hasta mis ojos.

La Cruz del Sur, el Centauro… las olas moderadas que descansan en la orilla, y yo, sentado en esta roca, tibia todavía, pese al aire marino, fresco y salado.

Ha llegado la noche y los recuerdos del día sobrevuelan mi cabeza. Estás conmigo, mirando la misma estrella, y estoy solo, abrumado por las distancias enormes del gran desierto.

Estás conmigo, de la mano… Y estoy exageradamente solo en el intermedio oscuro de la arena al cielo. Es que no estás, te fuiste, o esta noche no llegaste a acompañarme como aquella vez, hace tantos años. La tibieza de tu piel se siente en la memoria, el silencio compartido, el abrazo más intenso que el aire frío del ocaso. La sensación está conmigo, como un sueño vivo, sin preguntas ni promesas… Son innecesarias las palabras, sólo vale la proximidad llena de paz, de ilusión, que me acompaña en noches como esta. Sirio, Canopus, y las estrellas de Orión… Luces titilantes que me vienen a tocar, aunque no las sienta. Los brazos fríos, las manos apoyadas en la piedra, los ojos buscando imágenes en una dimensión que no es tangible.

A veces me siento solo, aunque esté en la multitud, y a veces me acompañas, pese a la pronunciada soledad.

Hay brillos de luces lejanas en el espejo del mar, fluorescencias apenas perceptibles en la costa, humedad en la arena, y comienzo a caminar sin mirar atrás, sin confesar por qué, sin pensar a dónde…  sin preguntarme si estás.

Alberto Vaccaro, 3 de julio de 2021