Además del Bar Avenida, había otros lugares que solía visitar. El Parador de Velázquez era uno de ellos. Mi padre iba al comercio de Water Razquín, con la excusa de comprar algún repuesto o insumo para los autos que reparaba en el taller. Yo solía acompañarlo, y tras una divertida charla en el mostrador, con toda la teatralidad de bromas del mismo Razquín, de Carlitos Pimienta, Fernández o José Martínez, algún cliente, mi padre y Razquín cruzaban al parador de Velázquez para tomar un café, y poder seguir la charla. Yo tomaba algún refresco y miraba las costumbres de los clientes del parador, me divertía con algunas anécdotas… y a veces se hacía un poco largo para mis expectativas y me aburría. Velázquez y su esposa eran muy amables, y me saludaban con afecto.
Algunas veces, con los amigos de mi padre, tras una reunión de Rotary, nos íbamos a la Parrillada El Rosal. Allí estaba mi amigo Walter Torres, experto en la parrilla, y se comía muy bien. Muchas veces fui con mis amigos a cenar. Era la época del auge en la construcción y Pan de Azúcar tenía otro movimiento, muchas familias cenaban afuera algunas noches y El Rosal era una excelente opción.
Otro lugar que visité, especialmente después de casado, fue el Restaurante de Ruben Serrón, en la esquina de Lizarza y Artigas, donde hoy hay una tienda. Estuvo también en otros lugares, como pegado a Paris Londres, y más tarde en la casa de Vicente Rodríguez, esquina Cruzada con el Centro Progreso. Acostumbrábamos a ir con mi esposa dos o tres veces al mes, y preparaba unas exquisitas milanesas napolitanas. Allí también se reunían muchos grupos de amigos, generalmente en el ámbito de la Liga de Fútbol: El Capitán Álvaro Bravo, el carpintero Leonel Martínez, Emilio Falvo, el “Cámara” Daniel Acosta, hijo de Carmelo, que trabajaba en el Banco Pan de Azúcar, y varios más.
Regresando al Parador de Velázquez… Una noche volvíamos de una cobertura periodística con Carlos Repetto, Director de RBC, y entramos en el local por un refresco.
La Señora de Velázquez, cuando nos vio, nos dejó una frase para la memoria, que nos dio sorpresa, pero también un poquito de orgullo: “Hola, ¿qué hacen por aquí? ¡No quiero poner publicidad! ¡La última vez que anuncié con ustedes venía mucha gente y no daba abasto a preparar la comida!
Nos reímos, pedimos nuestras gaseosas y nos fuimos, sin dejar de sonreír…
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Alberto Vaccaro, 8 de junio de 2021