Tuve compañeros de clase, tan amigos, que me ponía contento verlos, conversar con ellos, armar un picadito de fútbol.
¿Qué nos pasó, que el tiempo nos puso lejos?
Con varios de ellos podíamos anticiparnos a la reacción del otro, mirarnos al mismo tiempo cuando se daba lo que pensábamos, pero no hacía falta decirnos.
Sin embargo, un huracán de relojes y almanaques nos dispersó sobre el planeta, nos impuso otras relaciones, nos dio trabajos o estudios diferentes y nuestras vidas tomaron rumbos que no sabemos.
Tanto tiempo pasó por el cauce del arroyo, que ya no somos sino apenas conocidos con un breve pasado común.
Quizás si nos encontráramos, podríamos evocar aquellos pocos años compartidos, pero no sabemos nada de nosotros, de cómo somos, de lo que hacemos, de nuestras familias, de nuestros problemas.
Conocemos el curso alto del río, pero no su cauce entero.
Las circunstancias son cambiantes y tuve amigos en épocas distintas… En la escuela, en los tres liceos donde fui estudiante, en cursos superiores… Compañeros de trabajo, vecinos, camaradas del fútbol.
Pero basta un giro del viento y las direcciones se tornan diferentes. Aquellos amigos de charlas profundas son apenas un episodio que rememoro con cierta simpatía.
Con todos tuvimos alguna comunión de intereses, de gustos, de temas de conversación, de preocupaciones o dificultades, o hasta de diversión… Pero el viento del mar que navegamos, nos llevó a puertos lejanos en rutas divergentes.
…Y el pasado es sólo zona de recuerdos.
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Alberto Vaccaro, 21 de junio de 2021