Mi álbum

Como si fuera un álbum de fotos, voy pasando las hojas de los recuerdos. Así volví a aquel liceo de la calle Ituzaingó, sus salones con piso de madera, la puerta del hall después de la Secretaría y el laboratorio. Y me fui a Gregorio Aznárez en el primer liceo, junto al Correo y el puesto de Chury.

El laboratorio de Chifflet en el liceo de Piriápolis, casi un taller… El salón 14 del Liceo 1 de San Carlos, el aula magna del Liceo 4, la cantina de Schiavonne en Punta del Este, las escaleras del Galileo o las rejas del IUA.

¡Cuántos rostros en cada postal! ¡Cuánto cariño fue quedando en las aulas, como una semilla, como una fuente inagotable de gratas evocaciones!

El grupo Halley, el salón de Astronomía, los telescopios, y una veintena de rostros atentos y queribles en cada salón, con los que compartir la experiencia de la clase.

En las últimas horas una muy querida exalumna dejó físicamente el mundo, para destellar en lo alto como nueva estrella. En esa tristeza se fueron abriendo otras, también guardadas, de una lista no tan breve de exalumnos que han muerto. Siempre parece injusto que los jóvenes se vayan antes que sus mayores. Es muy doloroso.

Y la edad en aumento nos acerca a esa realidad de parientes y amigos que dejan su hueco en el entorno, que se hacen transparentes en las calles, que dejan de ser captados por los ojos… Pero nada podrá borrar de este álbum enorme que se abre frecuentemente en mi memoria.

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