Es verdad, este yo en el que afronto la vida, estas banderas que defiendo, mi respeto a todo compromiso, la empatía con el resto de los humanos… Es verdad, este yo que elijo, que me devuelve a mis lugares cotidianos cada día, que se refugia en mi casa por las noches.
Es verdad lo que digo, y lo que hago.
Pero hay otros yo, que me llaman a veces a romper las estructuras, a desplazarme sin pensar en las rutas prefijadas, a navegar sin rumbo convenido.
Entonces, puedo emprender el vuelo del viento sobre el mar, y convertirme en ola, puedo derrotar al horizonte y cruzar al fondo mismo del paisaje… empujar las velas de algún barco, remontar cometas con mi aliento, cantar entre las ramas y las hojas una canción distinta por estación.
Es verdad quien soy, sé mi papel en el gran teatro, y no escucho siquiera el clamor de algún yo extraviado que me pretende astronauta, piloto de fórmula 1, poeta incorregible y bohemio en alguna biblioteca sin horario. No escucho siquiera al que me invita a buscar una isla solitaria en el océano, y quedarme a mirar las estrellas sin hacer nada que no quiera, sin ponerme obligaciones, ni pensar más allá del mismo instante.
Pero soy yo, tan auténtico, tan apegado a mí, que los mundos que no elijo podrán llegar acaso a mi poesía, que las palabras que no sabría, las cambio por una imagen, y las opciones incorrectas, las evito, por alergia a los problemas.
El resto de los egos que me orbitan, casi siempre lejos, se escuchan como trinos, a veces como truenos, se vuelven versos, o se esfuman cuando sale el Sol… Porque sé muy bien, quién soy.