Tú, sólo tú.

Tú, el único amigo entre tantos que lo conoce todo… Aunque alguna vez intenté que ni tú lo supieras. Tú, el único que compartes todo lo bueno y todo lo malo, que trataste de ayudarme a sobrellevar los momentos más duros, que te regocijaste con algún modesto éxito, que hiciste lo poco que se podía, cuando el viento soplaba en contra, y el velero luchaba por salvarse del naufragio.
Tú, que trataste de no preocupar al entorno cuando todo estaba mal, y te sentiste feliz, pero mesurado, cuando las barreras iban cayendo y el horizonte aparecía entre la niebla y la distancia.
Tú, que me vas mostrando el paso del tiempo sin mentiras, que sabes la verdad de lo que pienso, comprendes cuando callo y cuando hablo, repruebas mis exabruptos, te avergüenzas si me equivoco, pero siempre estás.
Muchos han estado en algún capítulo, pero no los he dejado entrar a todo el libro.
Sólo tú. Sólo tú, que estás del otro lado del espejo.

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