¿Qué pasa en estas calles?
No cruces por la cebra sin asegurarte bien, porque pasan motos en una rueda y sin que les importes.
Algunas mujeres creen que las saludas con oscuras intenciones, y ni te miran, ni responden el “buenas tardes”.
Algunos saludables jóvenes, con buena espalda para el trabajo, pretenden convencerte de que tienes que compartir con ellos tu salario.
Si personas extrañas deambulan inspeccionando posibles botines de sus robos, los vecinos deciden no meterse y se encierran en su casa.
Hay personas que caminan con los ojos vacíos, buscando un lugar para reposar con sus sustancias consumidas.
Lo que casi nunca verás, son aquellos policías de antes, que trillaban las veredas para dar seguridad a los buenos, y desaliento a los malos.
Todos queremos estacionar a las puertas del comercio donde compramos, hay una calle saturada de vehículos, y a una cuadra, las otras, casi vacías.
No hay ómnibus estacionados en el centro, pero el espacio te lo quitan los “decks”, y los estacionamientos exclusivos de motos, aunque las motos paran en cualquier lado y sin ahorrar lugar.
Si pagas con “tarjeta de débito” tienes descuentos, pero hay largas colas en los cajeros automáticos y locales de pago.
Hay menos tiendas, los locales de videojuegos y “maquinitas” tuvieron su apogeo hace 40 años, pero no se ve ninguno; renovaron algún edificio, pero otros mantienen su ruina de hace décadas, se cae el revoque y ni rastros de pintura. Hay cordones de vereda pintados de cuando había una agencia de ómnibus en ese lugar, hace lustros…
¿Qué pasa en estas calles? No suelen verse ya grupos de amigos debatiendo en una esquina, ni estudiantes compartiendo muzzarella un sábado de noche, ni el gentío entre la Onda, el Bar Avenida y el liceo… Las parejas dando vueltas a la plaza, de la mano, ni la multitud en las misas del domingo de mañana.
¿Qué pasa en estas calles? Sin diareros pregonando las noticias, sin Francisco el quinielero, ni Cachito, ni el loquito Núñez… Sin Gustavito conversando en la vereda, ni el Chino dando cátedra en cualquier esquina.
Y si no dejas que te ayuden con los bolsos por una moneda, te hablan mal. No se te ocurra un pancho a las 9 de la noche, son para la merienda. Y así vamos… Con esa gente que, si no te conoce por el tapaboca, prefiere no saludarte, y te dejan con el “buenas tardes” colgado y sin respuesta.