No todo es impresionante, ni excluyente. No todo lo que me emociona es trascendente para el Mundo. Una gota de agua que cae de hoja en hoja hasta el pie de la planta, el pico de un ave que entrega alimento a sus polluelos, la brisa susurrando en el ramaje.
El universo no se impacta, las noticias no lo repetirán por el orbe, quizás pocos se detengan a observarlo.
Un vestigio del pasado, un puma en la pedregosa colina, una serpiente de cascabel sonando a pocos metros… Un lagarto que arranca de golpe su carrera, con sorpresa, una portera escondida en la maleza.
Existen centros para mi atención, para mi gozo.
El olor del eucalipto a la orilla del camino, las flores amarillas que ayer no estaban, el caballo que pasta contra el alambrado, y sube la cabeza para verme.
El apereá que espera quietito y cuando estoy muy cerca, desaparece entre los pastos.
El barro de un jabalí que se rascó contra el árbol, el cerro visible desde infinitos ángulos, el mar que percibo presente donde mis ojos no llegan.
Voy tan absorto en mis pensamientos, que de pronto estoy casi de regreso, y no tengo certeza de mi camino.
O salgo buscando tomas del paisaje… me subo a un terraplén, las vacas se corren temerosas, una oveja me mira… poco sol en la tarde, los brillos no exageran, y todo se torna más comprensible y sencillo.