Los cañones están en mi alma, y disparan recuerdos. Los días tienen cientos de enlaces, que apenas suceden, lanzan alguno de los ansiosos morteros. Entonces una película del pasado reaparece en mi vida, me lleva a vivir aquellos momentos preciados, o no tanto, pero que marcaron cicatrices en lo más profundo de mi ser.
La mecha está siempre lista, y la bala salta con prontitud hacia el espacio de mis sueños, hacia el cruce de tiempos, hacia un cielo que tiene en cada estrella una ilusión.
Los cañones están en mi alma y disparan recuerdos. Una cara conocida me lleva a un estante de la memoria, a un episodio del pasado. Un campito de fútbol, un cartel comercial, una vieja revista. La lista es infinita. Tengo el alma poblada de links que accionan eventos aparentemente dormidos, pero que regresan coloridos por los años y por mis sentimientos, se adueñan de la pantalla por un instante, siento que viajo por un mar de remembranzas placenteras, y algunas dolorosas.
Un auto, una casa, una foto. El local de un viejo comercio, un rincón de la plaza, un pasadizo del parque. A veces una increíble combinación de ideas, una palabra, un libro, la escena de una película. Y tengo ganas de cruzar las barreras del tiempo, para regresar a aquella etapa que ha regresado con fuerza. Pero no sería por siempre, porque atesoro a todas mis nostalgias. Desde esta oficina del alma accedo a cada una, a su tiempo.
…Si, en definitiva, lo más gratificante de la vida es la siembra de recuerdos, inscripciones en los árboles del camino, huellas por doquier, tatuajes en el alma.
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Alberto Vaccaro, 24 de junio de 2021